Jordi Hereu impulsa una ofensiva institucional que combina pedagogía social, protección empresarial y coherencia europea para fortalecer el tejido industrial frente a la piratería.
HoyLunes – En un país donde la innovación avanza a golpe de ingenio y responsabilidad empresarial, cualquier amenaza que erosione ese esfuerzo adquiere una dimensión estructural. La falsificación, a menudo vista como un gesto banal o un “atajo” inocente, es en realidad una fuga silenciosa de valor que debilita industrias, empleos y la reputación del propio mercado. Por eso, cuando la política industrial se pronuncia con claridad, el mensaje trasciende la coyuntura y se convierte en una apuesta por el modelo productivo que España quiere consolidar en la próxima década.
El Ministerio de Industria y Turismo ha cerrado el III Foro Europeo de Propiedad Industrial organizado por ANDEMA con un mensaje firme: la falsificación no es un daño colateral del mercado, sino una amenaza directa al ecosistema industrial y laboral del país.
El titular de la cartera, Jordi Hereu, subrayó que proteger marcas, diseños y patentes es imprescindible para sostener el desarrollo económico. Frente a ello, recordó que la piratería actúa justo en sentido contrario, debilitando a las empresas e impactando en la competitividad.
Durante el encuentro se presentó la nueva campaña anual promovida por la Oficina Española de Patentes y Marcas. Bajo el lema “Bueno, bonito y… auténtico”, esta iniciativa busca reforzar la conciencia ciudadana sobre el impacto social, económico y ambiental del consumo de productos falsificados. Su lanzamiento coincidirá con el Black Friday, uno de los periodos de más actividad comercial del año.
El ministerio también aportó cifras que muestran la magnitud del problema: en 2024 las autoridades españolas decomisaron más de seis millones de artículos falsificados, valorados en más de 250 millones de euros. Un fenómeno que no solo erosiona ingresos empresariales, sino que destruye empleo y expone al consumidor a materiales y procesos sin controles ambientales ni sanitarios.

El foro sirvió además para destacar un dato positivo: el dinamismo de la propiedad industrial en España. En lo que va de año se han registrado 1.150 solicitudes de patentes nacionales, un 11.4% más que en el mismo periodo del año anterior. También crecen las solicitudes de marcas y diseños industriales, reflejando el empuje innovador del tejido empresarial.
Hereu insistió en que la protección de la propiedad industrial es un pilar estratégico para la reindustrialización, y que la autonomía tecnológica europea depende de un compromiso conjunto entre instituciones y empresas.
La actual ofensiva contra la falsificación continúa una línea que Industria ya había reforzado en años anteriores, especialmente con medidas vinculadas a apoyo a la innovación, digitalización y protección jurídica. Sin embargo, esta edición eleva el tono al situar la propiedad industrial como elemento central de la autonomía productiva.
La postura española encaja con las iniciativas de la Unión Europea que buscan blindar la cadena de valor frente a prácticas desleales y reforzar la vigilancia de mercado. El enfoque coincide con recomendaciones de organismos europeos que alertan del coste económico de las falsificaciones en sectores clave.
La medida no se plantea como un gesto de fuerza sino como una afirmación de prioridades: proteger a quienes generan conocimiento, empleo y valor añadido. El discurso evita la colisión con otras administraciones y se sitúa en un marco de consenso técnico más que ideológico.

La campaña permite ampliar la educación del consumidor, fortalecer la cultura de respeto a la innovación y consolidar alianzas con la UE en materia de regulación y vigilancia del mercado. También abre espacio para políticas futuras que conecten industria, educación y digitalización.
La noticia anticipa un refuerzo del papel de España en la arquitectura europea contra la falsificación.
Introduce la pregunta clave: ¿cómo convertir la innovación protegida en un motor sostenido de competitividad?
Los riesgos que intenta evitar son claros: pérdida de empleo, deslocalización, debilitamiento tecnológico y deterioro ambiental.
La ventana de oportunidad: afianzar un mercado basado en la calidad y la originalidad, especialmente en sectores donde España está escalando posiciones (tecnología, diseño, turismo industrial).
La UE ya ofrece buenas prácticas: coordinación transfronteriza, plataformas de vigilancia digital y campañas conjuntas de concienciación.
España avanza con pasos prudentes pero decididos hacia un modelo industrial más sólido, donde la innovación no solo se celebra sino que se protege. La estrategia presentada por el Ministerio de Industria refuerza un terreno que a menudo se da por sentado: la importancia de defender las ideas que generan bienestar colectivo. Queda camino por recorrer, pero el rumbo es coherente y abre oportunidades para que empresas, instituciones y ciudadanía compartan una cultura de respeto al trabajo creativo. Continuar por esta senda será clave para consolidar un futuro industrial competitivo, sostenible y auténtico.
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